Por Marcelo Rodriguez
Algunas de las seudoenfermedades mas conocidas: pecas, vejez, embarazo y calvicie
Fulvio era el nombre de un escriba que debió haber vivido –según nos lo contó en 1940 el escritor húngaro Arthur Koestler (1905-1983) en su novela histórica Espartaco– en la ciudad de Capua, cerca de Roma, alrededor de un siglo antes de la era cristiana. La pequeña ciudad, donde se encontraba la escuela de gladiadores destinados a morir combatiendo en la arena para divertir al público, se hallaba conmocionada por la proximidad de un ejército de esclavos sublevados, decididos a tomarla y liberar a los cautivos.
Fulvio volvió a su casa ese día y tomó la pluma para volcar por escrito sus impresiones, confusas al principio. Escribía en una miserable buhardilla en la quinta planta de un edificio de alquiler, apestado del olor a pescado viejo del mercado aledaño. “Sobre su tambaleante escritorio se cernía la cruz de vigas de madera que sostenía el techo, por lo cual se veía forzado a escribir siempre inclinado. Siempre que lo asaltaba una idea afortunada, daba un respingo y



