lunes, 16 de agosto de 2010

EL negocio de los test genéticos

Las pruebas de ADN ya no son cosa de unos pocos: con un kit de entre 300 y 1.000 euros cualquier
persona puede obtener un análisis genético


La promesa de predecir enfermedades ha disparado el consumo de los test de ADN. Su eficacia y
confidencialidad son polémicas y países como EE.UU. y Reino Unido quieren ya limitar su uso

EMILI J. BLASCO / CORRESPONSAL EN LONDRES
Día 13/08/2010

La proliferación de los tests genéticos, ofrecidos normalmente a través de internet a cambio del envío de
una muestra de saliva o sangre,


pero que también están llegando a las farmacias de algunos países en forma de dispositivos para uso directo del consumidor, va a llevar a una próxima regulación de ese mercado. Las autoridades de Washington y de Londres han elaborado ya sendos borradores de disposiciones para limitar el acceso general a esas pruebas, exigiendo en ciertos casos el consejo médico, e impedir la difusión de información confidencial en forma de base de datos de acceso para terceros.
El éxito que están teniendo los tests se debe a que por un precio que va entre los trescientos y los mil
euros cualquier persona puede obtener un análisis de su ADN que determine su ascendencia,
diagnostique trastornos o prediga el riesgo de contraer una enfermedad. Pero esta práctica tiene sus
riesgos, como la obtención de unos resultados incompletos, no siempre fiables y normalmente
complejos de interpretar, y el uso que puede darse en el futuro a los datos almacenados por parte de las
compañías de seguros.
La comunidad científica, como se pone de manifiesto en el último número de la revista «Nature», ha
cuestionado la fiabilidad de las pruebas que realizan muchas de las empresas que se están dedicando a
ofrecer ese servicio. Así, investigadores del Gobierno de Estados Unidos han advertido que el cliente
puede obtener casi tantos resultados distintos como empresas diferentes a las que acuda. Un estudio
sobre cuatro empresas dedicadas a este tipo de pruebas demostró que los tests proporcionaron
resultados inconsistentes para la misma enfermedad en el 68% de los casos. De las cinco personas que
enviaron muestras de ADN como cebo para comprobar la fiabilidad, cuatro obtuvieron resultados que
entraban en conflicto con su real condición médica y sus historiales familiares.
Jim Wilson, genetista de la Universidad de Edimburgo, asegura que del total de empresas que él ha
analizado, sólo tres tendrían la consideración de reputables, entre ellas la que ofrece sus servicios a
través de la web 23andme.com, que está apoyada por Google y dice tener 35.000 clientes. Por su parte,
el Ministerio de Sanidad británico expresó su inquietud por el hecho de que «los tests pueden no ser
precisos, tener poca base científica y ofrecer falsas esperanzas para los consumidores, al tiempo que una
gran cantidad de información genética sensible es almacenada».
En este sentido, la Comisión de Genética Humana del Reino Unido, organismo asesor del Gobierno
británico, ha elaborado un conjunto de normativas para acotar un campo que hasta ahora carecía de
regulación. Esas disposiciones pretenden obligar a las empresas de tests genéticos a aceptar una serie
de principios sobre consentimiento, protección de datos, márketing fiable y rigor científico.
De acuerdo con ese nuevo marco, quienes ofrecen tests sobre enfermedades hereditarias potencialmente
mortales, tales como la enfermedad de Huntington o el cáncer de mama, deberían hacerlo si al cliente
se le da la posibilidad de recibir consejo médico antes y después del test sobre las consecuencias que
para esa persona u otras afectadas puede tener un resultado preocupante. Los clientes también deberían
contar con información acerca de si una determinada enfermedad incurable también la pueden
desarrollar hermanos o descendientes.
«Falsa tranquilidad»
Para el doctor Frances Finter, que ha presidido la elaboración de esos principios de la Comisión
Genética Humana británica, «algunos tests pueden causar considerable sorpresa o preocupación para
quienes se someten a ellos, o ofrecer falsa tranquilidad. Algunos son de dudoso valor, por decir lo
mínimo».
Otro aspecto controvertido es el posible uso que pueden hacer las compañías de seguros de las bases de
datos de DNA, negando cobertura en seguros de vida o de enfermedad a personas cuyos tests genéticos
han puesto en evidencia enfermedades que pueden desarrollar.
La venta generalizada de dispositivos que, al depositar una gota de sangre o de saliva, nos analizan
el ADN es una cuestión de tiempo. Ante la llegada ya de algunos de esos aparatos a las farmacias de
algunos países, se impone el criterio de su regulación, como ocurre ocurre con otros dispositivos
médicos.
Las autoridades de Estados Unidos han anunciado que se inclinan por no impedir su venta, pero se
proponen establecer un marco de medidas que las productores deberán cumplir. En el mes de abril,
la FDA estadounidense, agencia reguladora de los medicamentos en ese país anunció su intención
de establecer los requisitos requeridos para los dipositivos de tests que quieran venderse al público
en farmacias. Una de los fabricantes, Walgreens, decidió entonces no proceder a ponerlos a la venta
a la espera de ese marco regulatorio. En junio la agencia envió cartas a varios fabricantes
advirtiéndoles que pronto podrían estar sujetos a regulación.
De momento, la FDA no ha emitido ningún certificado indicando que los aparatos que se venden
sean «precisos, fiables y clínicamente relevantes». Pero esta política es cuestionada profundamente
por algunos especialistas.

ABC.es http://www.abc.es/20100813/sociedad/negocio-test-geneticos-2010081...
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