BANANAS
La carta publicada por Dylan Farrow sobre los abusos cometidos por su padre habla en nombre de todxs lxs niñxs víctimas de violencia sexual. No sólo por el nivel de explicitación del horror, sino por la trascendencia de una figura mundialmente célebre por sus taquilleras películas, retratos puntillosos de la clase media ilustrada donde ocurrió ese mismo abuso que se denuncia. Pero Mia Farrow lo viene diciendo hace años, quizá tantos como los que calló. ¿Cómo se articula esta carta con la violencia sexual como crimen que se silencia y prescribe con los años? ¿Por qué cuesta tanto creer en la palabra de una niña violentada puertas adentro de su casa?
Por Cristina Civale
“Desde que tengo memoria, mi padre hizo cosas conmigo que no me gustaban. (...) No me gustaba cuando me hacía chupar su dedo pulgar y me lo metía en la boca, no me gustaba cuando me hacía meterme en la cama con él cuando estaba en ropa interior, no me gustaba cuando apoyaba su cabeza entre mis piernas desnudas e inhalaba y exhalaba. Me escondía debajo de la cama o me encerraba en

